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El capital social es un concepto ampliamente debatido entre expertos internacionales. Por ejemplo, Robert Putnam, Robert Leonard y Raffaella Nanetti definen capital social como aquellos aspectos de la organización social, tales como confianza, normas y redes, que pueden mejorar la eficiencia de una sociedad al facilitar la acción coordinada y colectiva.
James Samuel Coleman, en tanto, dice que el capital social es inherente a la estructura de relaciones personales, poseyendo un carácter de bien público. Sus beneficios son proyectados al total de la estructura social. Por lo que existe un problema de subinversión asociado.
De acuerdo a Elionor Ostrom y Toh Kyeong Ahn se presentan dos tendencias: minimalista y expansionista. La primera muestra al capital social como el acceso a una red ventajosa de conexiones personales sobre las que es posible maximizar el capital financiero y humano. Ahora bien, la segunda perspectiva no posee un carácter estrictamente individual, sino también plural. Atribuible a una colectividad que emprende una tarea conjunta con un objetivo común es expansionista.
La acción colectiva es la vinculación entre confianza, inversión que otros hacen en su reputación y probabilidad de todos los participantes se rijan por normas de reciprocidad. Aun así, las estrategias contingentes, como las sanciones, pueden ser útiles en garantizar una cooperación efectiva.
Finalmente, mencionamos 7 elementos claves para acciones colectiva por sobre las individuales.
1. Cantidad de participantes: La perceptibilidad de cualquier input individual para la provisión de un bien comunitario declina. Asimismo, el número de integrantes implica mayores costos de transacción, al intentar generar estrategias coordinadas.
2. Si los beneficios son sustractivos o compartidos totalmente: El primer caso acarrea mayores incentivos a cooperar. El segundo, en tanto, nuevamente abre espacio al problema de que algunos se beneficien sin esfuerzos.
3. La heterogeneidad de los participantes: Individuos con intereses más afines serán más proclives a la cooperación y el cumplimiento de objetivos comunes.
4. La comunicación cara a cara: La eficacia de esta parece estar relacionada a la interacción personal entre individuos.
5. Información acerca de acciones pasadas: La reputación puede ser construida en el tiempo y los miembros del grupo pueden ir desarrollando paulatinamente un mayor nivel de confianza entre sí.
6. Cómo se relacionan los individuos: Cuando se encuentra en un grupo de indiferencia las probabilidades de contribución declinan en la comunidad, lo contrario ocurre en una red identificada en las relaciones humanas.
7. Ingreso y salida voluntaria: Es fundamental que, antes de decidir si coopera o no, el individuo tenga la opción de escoger cuándo entra y sale del juego. Con mayor motivación incrementa la eficiencia de la participación y consecuencia del objetivo comunitario.
Ingeniero Comercial Mención Economía de la Universidad de Chile y Máster en Economía Social de la Universidad de Valencia.