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Las movilizaciones de Octubre y Noviembre son un menjunje de difícil clasificación. Marchan personas con intereses comunes; marchan escurridizas agrupaciones que se hacen y se deshacen de acuerdo a lógicas inmediatas. Se ven grafitis que expresan rabia pero no se descarta el humor y el arte. A veces son sanguinarias; a veces son vulgares, son casi siempre maximalistas y fuertemente antisistémicos. Los partidos políticos, eso sí, desaparecieron; no hay banderas de ellos ni signos suyos en las calles. Esta es la gran novedad que tienen las movilizaciones. Los sociólogos dicen que se trata de la expresión del llamado tercer sector.
Si ponemos atención a los carteles y escuchamos sus consignas vemos que piden urgentes soluciones del primer o segundo sector (Estado y Mercado). Lo anterior es lógico; ambos sectores han jugado hasta hoy un papel fundamental en la vida social. Raghuram Rajan sin embargo, economista que nos visitó hace poco, tiene otra postura. En su libro, The Third Pilar, sostiene que las sociedades modernas han tendido a la expansión desmesurada del Estado y el Mercado dejando de lado a las comunidades. Y, dice el indio, una sociedad moderna descansa en la armonía de estos tres pilares.
El planteo es interesante. Las masivas movilizaciones han demostrado una parte del potencial que tiene el tercer sector. Su vigor nos ha sorprendido a todos, aún a los mismos movilizados. En términos de legitimidad, según datos del Centro de Políticas Públicas de la UC, el 70% de la población tiene una valoración positiva de las organizaciones sociales y comunitarias. Por cierto muy superior a las instituciones de los otros dos sectores.
Las organizaciones de la sociedad civil han mostrado con creces su fuerza contestataria, pero tenemos que hacer que este no sea su único rostro. La tercera edad no solo necesita mejores pensiones ni bastará elevar el sueldo mínimo para que se terminen los problemas de los más desposeídos. Apostemos para que las agrupaciones que marchan, con toda su riqueza expresiva, se vuelquen luego hacia sus representados y sepan aliviarlos. Es un hecho que estas organizaciones se adelantan al Estado en la identificación de problemas no tratados. Las movilizaciones son claramente el caso. Es un hecho también que estas organizaciones responden más integralmente a las necesidades del beneficiario que una política elaborada en la cúpula.
Cómo encauzar y cómo apoyar a este tercer sector debe estar destacadamente en la agenda de nuestros días. De acuerdo a los múltiples ejemplos planteados por el economista Rajan, solo así podemos llegar a ser una sociedad equilibrada.