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Nicolás Herschmann, es el actual Director de Emprendimiento en Simón de Cirene. Egresado de la Escuela de Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile, su meta es buscar la forma de transmitir el conocimiento académico de manera simple y efectiva a quien lo necesite.
Cuéntanos de tu viaje hasta llegar a trabajar con emprendedores
Sobre cómo llegué a estar acá, en el fondo, creo que partí desde el mundo tradicional. Mi mamá es ingeniera comercial, veía a un montón de figuras dentro de la familia que también estudiaron lo mismo, entonces pensé en estudiar ingeniería comercial. En algún momento se me pasó por la mente estudiar medicina, pero primó más lo otro.
Entonces entré a la carrera, teniendo en mente que podría trabajar en bancos, creo que me gustan los números, para allá voy. Con el tiempo me fui dando cuenta que dentro de la universidad había más alternativas, fui conociendo nuevas personas que pensaban distinto, personas motivadas por ayudar, movimientos de alumnos por causas sociales.
Me fui interesando en estas nuevas ideas, en su momento postulé al centro de alumnos, no gané, pero siempre estuve ligado a la participación estudiantil. Me hice muy amigo de alguien que trabajaba en TECHO y junto a ellos íbamos a ayudar a personas de Bajos de Mena que estaban partiendo con sus negocios.
Ayudamos con la digitalización y herramientas de trabajo. Después de eso empezamos a organizar en la universidad el EDay, donde invitamos a gente de Sercotec y ahí como que recién me empecé a ligar más con el mundo del emprendimiento, porque antes me involucraba más en la construcción de casas y plazas.
¿Con tu acercamiento al emprendimiento comenzaste a aplicar más el contenido de la carrera?
Así es, pero poquito, porque la carrera tenía un enfoque más gerencial, no había programas de apoyo al emprendimiento dentro de la facultad.
Con el tiempo hubo un primer hito, cuando se hizo el FIIS (Festival Internacional de Innovación Social) en 2015 en la Pontificia Universidad Católica. Por cosas del destino terminé dentro del equipo encargado de finanzas del FIIS. Ahí tuve contacto con muchos emprendimientos, porque también estaba a cargo de organizar la feria.
Con la organización de ese festival me involucré también en el Colab, donde estuve trabajando desde 2015, y partí apoyando una aceleradora de emprendimientos socioambientales, que también estaba vinculada con Simón de Cirene.
Nicolás lideró el primer espacio de apoyo al emprendimiento dentro de la Universidad Católica, Despega Comercial.
¿Cuál es tu percepción sobre el emprendimiento en Chile?
Siento que hay un camino que avanzar en vincular el emprendimiento que es por esencia social o ambiental y el emprendimiento tradicional en Chile.
Creo que ambos mundos, que son distintos, tienen mucho que aprender uno del otro. Sin embargo, es difícil que se junten en algún momento, porque son emprendimientos que nacen movidos por un propósito distinto, unos movidos por una necesidad, poder generar ingresos, ojalá con algo que me guste, y otros con el propósito de ayudar al planeta.
Y así como decía, el emprendimiento tradicional, creo que tiene una brecha en avanzar hacia esa otra dirección. Y a su vez el emprendimiento que es socio-ambiental también tiene muchas brechas de gestión, se suele mencionar con conceptos más complejos que éste, como el MVP, desing thinking, pero carecen de herramientas de gestión, tales como: ser rentables, conocer los números, establecer precios, que son herramientas que de seguro un almacenero puede conocer mucho más, o alguien del mundo del emprendimiento tradicional puede tener mejores herramientas de gestión.
¿Qué actores crees que no están tomando el rol que deberían en la sociedad para trabajar en pos del emprendimiento?
Yo creo que estamos en cierta medida avanzando. Más que tener una mirada crítica al respecto creo que valoro mucho el avance que están teniendo las universidades. La academia y la investigación solían estar más alejadas del mundo más práctico. Están yendo en la dirección correcta en la medida en que vinculan la academia y la investigación, que son súper relevantes, porque a la larga te permiten tener una dirección, si bien puede ser con un lenguaje no tan bajado a la realidad, pero sí te da una cierta noción de cosas que son útiles.
También hay otros actores, está el mundo de la sociedad civil, desde donde también nos insertamos nosotros como Simón de Cirene, y que tienen un rol tremendo que jugar, incluso cada vez más se va mezclando con el resto de los organismos públicos. Hoy están los COSOC (Consejo de la Sociedad Civil) donde la sociedad civil es una especie de directorio para el mundo público. Y hoy día desde Simón de Cirene podemos ser parte de los COSOC tanto de SernamEG como de FOSIS, ése ya es un espacio fuerte de influencia y de ir traspasando ciertos conocimientos, compartiendo y generando colaboraciones desde lo estratégico que desde la ejecución.
El mundo público se ha abierto mucho a eso y el mundo privado también. Siguiendo con la línea de los actores del ecosistema, las empresas están siendo más sinérgicas, hoy día están pasando a ver el trabajo con la comunidad como parte de su modelo de negocios, es un poco como el anhelo que uno debería ver, a ser una empresa social e integrada, donde el apoyo, en este caso al emprendimiento, lo pueda ver como parte incluso, por ejemplo, un programa de desarrollo de proveedores.
¿Te parece importante apoyar al emprendimiento en Chile?
Sí, porque creo que la gran importancia del emprendimiento radica en la brecha vocacional que existe. Valoro mucho el avance en temas de educación, pero cuando no se logra acceder a la educación superior, el emprendimiento se ve como la gran oportunidad para poder generar ingresos y fomentar un desarrollo familiar.
Y ahí residen los más de 2 millones de microemprendimientos que hay en Chile que intentamos apoyar, sin dejar de lado las empresas que nos puedan necesitar y donde podamos dejar un buen impacto.
El emprendimiento tiene un rol social muy fuerte desde la necesidad, pero hay otro lado que es el rol vocacional. Ejemplo: yo estudié algo y tengo una idea, quiero dedicarme a algo que el mundo necesite y no lo estoy viendo en mi empresa o en el mundo público o en la sociedad civil. Quiero ser yo con mi vocación, haciendo lo que quiero y generando recursos a raíz de eso. Y ahí, tiene un segundo rol importante, que una carrera profesional autoconstruida, permite acercarse al propósito y generar ingresos cuando las oportunidades laborales del mercado dependiente no te las da.
Hace años la educación era vista como un motor de movilidad social, ¿es el emprendimiento el nuevo motor?
Es difícil pensar que sea el nuevo motor. Pensando en el emprendimiento, un mayor nivel educacional te permite desarrollar de mejor manera el emprendimiento. Y también porque el emprendimiento no es para todo el mundo, no todas las personas son emprendedoras o tienen el perfil ni la motivación para ser emprendedores.
Hay veces que el emprendimiento es su única alternativa, pero no es que esas personas desearían ser emprendedoras si es que tuvieran la oportunidad de entrar al mercado. Desde ese sentido y como base, yo sí mantengo que la educación es el motor del desarrollo y de movilidad social, solo que el emprendimiento es una vía complementaria que te va ayudando a subsanar ciertas brechas.